Eterna

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Llueven estrofas sin rima
en la plenitud de una calma fría.
Las notas musicales del silencio
guían los pasos perdidos e inertes
de los niños que abandonamos a prisa.
Se mantienen húmedas las huellas
de las ilusiones que pasaron dejando rastros
de heridas y triunfos regados en el suelo.

Se olvidaron los otoños de traernos las flores
a las tumbas de los sueños que perdimos.
Vivimos esperando tanto tiempo y el tiempo
fue quien siempre nos estuvo esperando.
¿Hasta cuándo la duda decidirá por nosotros?
¿Quién dijo que había que morirnos tan pronto?
Y los años transcurren, las vicisitudes,
las palabras no dichas, las caricias guardadas,
todo nos lo llevamos, olvidando como siempre
que hay cosas que no nos pertenecen.

Veremos a nuestro reflejo envejecer,
inconscientes de que tarde o temprano
vendrá alguien a ocupar nuestro sitio,
a reemplazar esta sombra por la suya,
a dibujar en quien no pudimos
toda la felicidad que aún existe.

Los rostros que olvidamos,
¿algún día podrán perdonarnos?
Las fotos que, empolvadas,
yacen en un cajón del armario,
¿tendrán todavía memoria?

Y nosotros, ¿por qué nosotros así, tan absurdos?
¿Por qué guardarnos las palabras
que las hemos pensado para alguien más?
Yo viviré por todos los que no pudieron,
no sé si con más fuerza, con temor lo admito.
Pero voy a intentarlo.
Sé que no tengo este amor como un adorno,
no quiero que el tiempo me quite las palabras,
no seré yo quien se arrepienta después
de no haberlo hecho cuando pude.

Viviré y va a dolerme, pero es que,
¿qué gracia la de disfrutar caricias
sin antes haber aguantado arañazos?
Escribiré por los que ya no están,
usaré sus voces, me vestiré con sus ropas,
porque alguien tiene que hacerlo:
gritar al mundo que la memoria no muere,
porque la memoria es poesía
y la poesía es para siempre.

Heber Snc Nur

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