Suelo escribir que soy fuerte, y tengo esa capacidad para transmitir que soy autosuficiente. Ya no me amilano por ausencias. No soy la persona de antes. Ya no lloro. Si bien es cierto que he recibido demasiados golpes, ahora las heridas están cerrando.
Y sigo mintiendo.
He conocido tantas personas, he intentado protegerme del dolor en los brazos de quien menos creí, pero siempre terminé con frío y miedo. Cuando se alcanza a querer tanto a alguien nada puede reemplazarlo. Cada persona es única, tiene su propio mundo. Tú me llevaste al tuyo y desde entonces no he querido salir. Y te has ido, pero olvidaste llevarte los recuerdos.
Sigue tu presencia aquí, en cada letra que surge en mis versos, en todas las palabras hay una anécdota sobre ti. Estás en mi mente día y noche, aún si estoy durmiendo eres protagonista de mis sueños, incluso de mis pesadillas. Y es que recordarte y saber que no estás, que te fuiste y que no volverás es la peor de las situaciones, sea en la realidad o en la ficción.
Pasa rápido el tiempo, pero tus palabras siguen dando vueltas en mis pensamientos. ¿Qué hubiese sucedido si te hubiera hecho caso?, no dejo de preguntarme. El reloj avanza, los días también y mi tristeza crece. Te añoro, deseo que estés a mi lado, que me protejas como solías hacerlo. Eras mi roble, ese al que me abrazaba cuando el tsunami venía, el árbol que jamás me dejó caer. Hasta que llegó el triste y evitable final.
Te he buscado, créeme que lo hice, pero te escondes como si tuvieras miedo de que te encuentre. He buscado tus besos en otros labios, pero nadie sabe amar mejor que tú. Tuve un encuentro con la tristeza, y hablamos de ti; y me dio un discurso sobre la realidad que no me dieron ganas de contradecirle. Me he quedado solo. A veces ya no recuerdo lo que era estar acompañado. Pero no te olvido. Te comportas como el agua, te escapas de mis manos cuando creo que te tengo. Es que un sueño tan profundo es como esta realidad tan cruda: siempre duele cuando abres los ojos.
No sé. Me he cansado de idealizarte. Hasta en mi imaginación eres intangible. Puedo verte si miro atrás, pero duele saber que ya no estás. He perdido todo cuando te fuiste. He llegado al punto de que no quiero hablar con nadie si no es contigo.
Es que si voy con otra persona no será lo mismo. Nadie puede darme lo que tú me diste. Nadie tiene las palabras exactas para el momento exacto. Nadie puede abrazarme y hacerme sentir protegido. A nadie puedo ver de la misma manera que te veía a ti. No es igual que me quieran miles a que me quieras sólo tú. Porque estoy harto de verte sólo en recuerdos; porque no quedan fuerzas si no me extiendes tu mano y le das otra oportunidad a lo nuestro.
Porque este monólogo se cansó de hablar de ti, quiere convertirse en conversación. Anhela tener una respuesta, saber si también me extrañas, si piensas en mí. Hablar de nuestro presente, o del pasado si es que quieres jugar a las honestidades brutales. Llegar a la conclusión de si fuimos un momento exacto o sólo un error. Si los malos diálogos, las decisiones equivocadas, las desilusiones y toda la mierda fue más que nosotros, que lo que en algún momento fuimos, que lo que por miedo nunca llegamos a ser.
Y sigo mintiendo.
He conocido tantas personas, he intentado protegerme del dolor en los brazos de quien menos creí, pero siempre terminé con frío y miedo. Cuando se alcanza a querer tanto a alguien nada puede reemplazarlo. Cada persona es única, tiene su propio mundo. Tú me llevaste al tuyo y desde entonces no he querido salir. Y te has ido, pero olvidaste llevarte los recuerdos.
Sigue tu presencia aquí, en cada letra que surge en mis versos, en todas las palabras hay una anécdota sobre ti. Estás en mi mente día y noche, aún si estoy durmiendo eres protagonista de mis sueños, incluso de mis pesadillas. Y es que recordarte y saber que no estás, que te fuiste y que no volverás es la peor de las situaciones, sea en la realidad o en la ficción.
Pasa rápido el tiempo, pero tus palabras siguen dando vueltas en mis pensamientos. ¿Qué hubiese sucedido si te hubiera hecho caso?, no dejo de preguntarme. El reloj avanza, los días también y mi tristeza crece. Te añoro, deseo que estés a mi lado, que me protejas como solías hacerlo. Eras mi roble, ese al que me abrazaba cuando el tsunami venía, el árbol que jamás me dejó caer. Hasta que llegó el triste y evitable final.
Te he buscado, créeme que lo hice, pero te escondes como si tuvieras miedo de que te encuentre. He buscado tus besos en otros labios, pero nadie sabe amar mejor que tú. Tuve un encuentro con la tristeza, y hablamos de ti; y me dio un discurso sobre la realidad que no me dieron ganas de contradecirle. Me he quedado solo. A veces ya no recuerdo lo que era estar acompañado. Pero no te olvido. Te comportas como el agua, te escapas de mis manos cuando creo que te tengo. Es que un sueño tan profundo es como esta realidad tan cruda: siempre duele cuando abres los ojos.
No sé. Me he cansado de idealizarte. Hasta en mi imaginación eres intangible. Puedo verte si miro atrás, pero duele saber que ya no estás. He perdido todo cuando te fuiste. He llegado al punto de que no quiero hablar con nadie si no es contigo.
Es que si voy con otra persona no será lo mismo. Nadie puede darme lo que tú me diste. Nadie tiene las palabras exactas para el momento exacto. Nadie puede abrazarme y hacerme sentir protegido. A nadie puedo ver de la misma manera que te veía a ti. No es igual que me quieran miles a que me quieras sólo tú. Porque estoy harto de verte sólo en recuerdos; porque no quedan fuerzas si no me extiendes tu mano y le das otra oportunidad a lo nuestro.
Porque este monólogo se cansó de hablar de ti, quiere convertirse en conversación. Anhela tener una respuesta, saber si también me extrañas, si piensas en mí. Hablar de nuestro presente, o del pasado si es que quieres jugar a las honestidades brutales. Llegar a la conclusión de si fuimos un momento exacto o sólo un error. Si los malos diálogos, las decisiones equivocadas, las desilusiones y toda la mierda fue más que nosotros, que lo que en algún momento fuimos, que lo que por miedo nunca llegamos a ser.